jueves, 13 de marzo de 2014

Protocolo No. 4 (17/02/14)

Escrito por Jairo Vladimir Sandoval Mora



La última clase la iniciamos haciendo una revisión del escepticismo, comenzando por definirlo como una actitud o una disposición propia del filósofo  frente a las condiciones del conocimiento, afirmando está actitud como negativa, en tanto que consiste en una negación de toda posibilidad de alcanzar un conocimiento certero. Aunque como vemos, esto nos lleva a un subjetivismo o relativismo un tanto absurdo, ya que esta postura pretende establecerse por sí misma como algo certero, pero siguiendo su postulado, no podría alcanzarse el conocimiento verdadero de esta verdad, o en todo caso, ni siquiera esta verdad es tal. Tenemos dos tipos de relativismos, el individual –consistente en afirmar que lo que propone el sujeto es verdadero--  y el específico –relacionado con la especie--.
Este relativismo específico nos lleva a un escepticismo y por tanto está relacionado con un antropologismo, desde el cual, si bien no es posible conocer las cosas objetivamente, sí se pueden conocer respecto al sujeto humano como especie. Es en este plano donde comenzamos a revisar a Lévi-Strauss y su teoría estructuralista, la cual permite conocer al hombre, o mejor dicho, al humano (o a la humanidad) a partir del desciframiento de ciertas estructuras en las que se componen las sociedades. El objeto del estructuralismo son las estructuras elementales de lo social, desarrollando en su proceso una suerte de inducción – deducción – inducción, es decir de lo particular a lo general, para nuevamente presentarlo bajo formas particulares.
Entonces podemos hablar de un antropologismo propio del estructuralismo de Lévi-Strauss, desde el cual, lo que es válido para casos fácticos particulares, termina siendo algo general para todos los grupos. Es decir, se da una superación del hombre como objeto, del hombre concreto y de circunstancias, para arribar al hombre “universal”. Pero este hombre, queda reducido a una especie biológica más, sobre todo al introducirse el concepto de “espíritu humano” como mediador entre Naturaleza y Cultura, concepto que viene a ser meramente fisiológico e implica una despersonificación del hombre.
El estructuralismo está fundado sobre una infraestructura ideológica que  toma parte de la “filosofía de la sospecha”, el funcionalismo francés, y finalmente la lingüística –desde la cual establece para la sociedad una “gramática del comportamiento, reduciendo las explicaciones sociales de acuerdo a ésta--, la lógica matemática y el método etnográfico; motivo por el cual se le hace una crítica al estructuralismo, y es que, al considerar los métodos y las formas de otras áreas, sobre todo respecto a la lingüística y la lógica matemática, se corre el riesgo de entremezclar y finalmente perder el objeto puro tanto de un área como de otra, es decir, no se puede aplicar un mismo método para dos objetos de estudio distintos y ajenos.
Por último, queda patente la crítica a Lévi-Strauss quien no se establece dentro de la Antropología Filosófica ni como antropólogo, pues atenta contra la realidad concreta del hombre; ni como filósofo, pues él mismo se rechaza como tal y además desde el punto de vista de un antiantropologismo (como el de Edmud Leach), la generalización de los casos de una colectividad concreta no es posible, por lo que resulta un tanto idealista el propósito del estructuralismo.